Lasso alcanzó la presidencia de Ecuador. ¿Y ahora qué?

En ese intento, Lasso hizo algo que parecía inverosímil: después de una primera vuelta donde apenas arañó poco más de 19 % de los votos y alcanzó con las justas la ronda definitoria del 11 de abril, el candidato —un exbanquero y ultraconservador religioso— se acercó a minorías y grupos sociales de los que ha estado siempre más lejos.

No solo intentó dialogar con los indígenas, sino también con las mujeres, la comunidad LGBTI, los afrodescendientes, los ambientalistas y los jóvenes. Todos grupos a los que había pasado por alto retórica y materialmente: por ejemplo, cuando dijo en 2019 que insistía en la criminalización de las mujeres que abortan —incluso en casos de violación-, o cuando eligió a un médico de clase media alta de 65 años como su binomio.

El plan de gobierno que Lasso entregó al CNE en noviembre de 2020 no propuso metas sobre los derechos de las mujeres, de nacionalidades indígenas o la población LGBTI.

Pero en la segunda vuelta sumó cinco planes más direccionados a esos temas. La abogada especializada en Derechos Humanos Silvia Buendía dice que “después del desastroso resultado de la primera vuelta hubo un cambio claro en la campaña de Lasso”.

Según Buendía, el candidato de la alianza CREO-PSC llegó “sudado, desgastado, destruido, y con las justas” al balotaje. “Seguramente alguien le dijo tienes que cambiar tu discurso radical, antiderechos, tienes que ser contemporáneo”, dice Buendía.

Ana Acosta, comunicadora y activista feminista, cree que fue cambio de estrategia de campaña más que un cambio del candidato. El giro, dice Acosta, respondió “a la presión social de las organizaciones feministas para promover el debate”.

Lo hayan aconsejado o no sobre cómo debía cambiar su actitud frente a grupos y temas clave, sea o no un cálculo político, Lasso hizo el intento, al menos en la superficie, de querer dialogar. Su historial antiderechos y conservador ya no pesó tanto en esta elección.

Cambio de discurso

A Lasso le pesaron, también, las incongruencias entre sus nuevas propuestas y las inconsistencias de su círculo más cercano.

Para muchos, el retoque fue una careta que se caía con facilidad. El 2 de marzo de 2021, justo cuando la campaña de Lasso hacía esfuerzos por tender puentes con grupos de mujeres y de la diversidad sexual, su esposa, María de Lourdes Alcívar publicó en Twitter una imagen de unos escarpines con la frase “Protege la vida, vota Lasso” mostrando una clara postura en contra de la despenalización del aborto, una vieja lucha de los movimientos feministas a los que Lasso intentaba atraer.

La publicación era muy propia de la esposa del Guillermo Lasso de 2020, que pidió el veto del Código de Salud, y del Guillermo Lasso de 2019 que salió a desmentir que había dado libertad de conciencia a su bloque legislativo para votar sobre la despenalización del aborto por violación.

En cambio, en marzo de 2021: dijo que una mujer violada que decide abortar, no debería ir a la cárcel.

La publicación de Alcívar fue “un autogol desde el punto de vista comunicacional”, dice Buendía.

El candidato a vicepresidente por CREO, Alfredo Borrero, también metió otro autogol. En una entrevista publicada el 4 de febrero de 2021 de un colectivo llamado Indignadas a Borrero le preguntaron qué opinaba sobre las clínicas de deshomosexualización.

“Es un tema súper complicado porque es un problema genético que hay que abordarlo desde el debido foro …debe existir una política sanitaria para tratar estos temas súper complejos”, aseguró.

La declaración retrógrada y antiderechos, causó una potente reacción de la comunidad LGBTI.

Varias semanas después, Borrero pidió disculpas en Twitter diciendo que sabe que la homosexualidad no es una enfermedad por lo que las clínicas de deshomosexualización no deberían existir.

Lorena Bonilla, presidenta de la Fundación Amor y Fortaleza, que defiende los derechos de las personas trans y que fue una de las organizaciones que exigió que Borrero se disculpara, dice que a ella, como madre de una persona de la diversidad, “esa declaración me impactó muy fuerte”.

Bonilla dice que en el inicio de la campaña de segunda vuelta, su organización, la Fundación Equidad, y otras se reunieron con un asesor de Lasso, donde le expusieron la vulneración que han sufrido en educación o salud. Pero no era fácil creerle. “Para nosotros es bien complejo luego de tantos años que ha gobernado la derecha, creer que va haber un cambio de postura”, dice Bonilla.

Lasso también se anotó un autogol muy temprano en el partido por la presidencia. El 26 de noviembre de 2020 dijo en Machala, una ciudad agraria al sur del Ecuador, “la chica tiene que arreglarse bonito y cuando esté bien vestida y bonita, consigue novio”. Era un símil para explicar cómo hay que atraer inversión extranjera a un país.

En un tuit ese mismo día dijo “Reconozco que mis palabras ayer en Machala causaron malestar en muchas mujeres, por lo que pido perdón. Con humildad se aprende a ser mejores cada día”. Parece que sus esfuerzos en la segunda vuelta convencieron a aquellos grupos sociales de que en efecto había aprendido lo suficiente.

Lasso y las mujeres

En 2017, Guillermo Lasso estuvo cerca de llegar a la presidencia En la primera vuelta, logró un poco más de 28 % de los votos, bastante detrás de Lenín Moreno, candidato por Alianza País y heredero de Rafael Correa, que estuvo a punto de ganar en una sola vuelta (en el Ecuador, si un candidato logra más de 10 puntos sobre el segundo y sobrepasa la barrera del 40% de los votos, gana sin necesidad de una ronda definitoria).

En el balotaje, el resultado fue mucho más estrecho: Lasso volvió a perder, pero alcanzó  48,83 % de los votos, Moreno  51,17 %.

La primera vuelta de hace cuatro años fue mejor que la de 2021: en esta, Lasso tuvo que pelear décima a décima su segundo lugar con Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik. Pérez interpuso acciones y reclamos legales que denunciaban un supuesto fraude en su contra que demoró la proclamación de los resultados 14 días.

Recién el 21 de febrero el Consejo Nacional Electoral (CNE) los anunció oficialmente: el exbanquero pelearía, con aparente gran desventaja, por la presidencia el 11 de abril.

Las tres veces Lasso ha competido por CREO, el movimiento que él fundó en enero de 2012 y se ha caracterizado por proponer temas de fortalecimiento de emprendimiento, creación de empleo, y también ser contrario a derechos sexuales y reproductivos.

El 8 de marzo de 2021, el candidato firmó un compromiso para ofrecer empleo a las mujeres y eliminar la desigualdad salarial, propuso construir más casas de acogida para mujeres y sus hijos que hayan sufrido violencia, crear una línea telefónica directa para la asistencia de casos de violencia, dar sueldos a las madres por su trabajo incondicional.

También se comprometió a asignar recursos para prevenir la violencia.

Ana Acosta cree que el cambio de Lasso solo es en el discurso. Dice que puede decirlo o firmar un acuerdo para lograr legitimidad pero “no tiene una obligatoriedad de cumplirlo en el gobierno”.

Silvia Buendía ha sido una histórica detractora de las ideas conservadoras de Lasso pero recientemente apareció en un spot publicitario de su campaña. En el video, Buendía dice “Yo me había prometido nunca votar por Lasso pero él cambió y yo también”.

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